Dumas y Maquet - EL CONDE DE MONTECRISTO - 4.3/5.0

Sí, es cierto, lo confieso, tiendo a centrarme en los detalles negativos cuando escribo algunas líneas, comentando lo qué me ha parecido la lectura de turno. Quizá los que hayan leído las otras entradas de este blog, piensen que estoy aun verde en esto de leer. Es verdad, soy un lector “neonato”, es por esto que quizá, analizando las líneas en las que resumo “El Ocho” o “El Fuego”, puede encontrarse cierta acritud. Creedme, no es por volver a lo mismo, pero “El Fuego” ha supuesto una realidad nefasta para mí. Ha sido una lectura cruel.

Hoy no quiero hablar de nada de esto, hoy no voy a hablar de la lectura de turno. Hoy os hablaré del libro que me ha reconciliado con la lectura de nuevo. El Conde de Montecristo.

No necesita presentación, es uno de los grandes clásicos de todos los tiempos, desde su escritura, allá por el romanticismo francés. Es un libro impecable, imprescindible, soberbio, como diría aquel…

La lectura es muy entretenida, porque está muy bien escrito. Yo, de hecho, he leído una traducción de hace aproximadamente 40 años y es sencillamente genial. Los autores recrean cada situación de una manera eminente, puedes imaginarte cada escena de una manera muy precisa, además de esto, la trama hace que te sumerjas en la lectura con una avidez tal, que el número de páginas puede resultarte realmente corto.

Con esta lectura, tu mente va más allá, es un libro atemporal. Cuando lo lees te deja huella. Su mensaje va más allá de la propia novela, se trata de los principios más esenciales de acción y consecuencia, de perdón y de castigo, de hombres buenos, malos y miserables. Recoge, si se me permite decirlo, la esencia de la época en la que fue escrito. Brillante desde todos los puntos de vista.

Decididamente un imprescindible. Excelso.

Conclusión: Obra Maestra. 4.3/5.0