No rebosa de un estilo muy elaborado. La mayoría del tiempo te parece estar leyendo una maldita crónica de un dominical. De hecho la mayoría de las veces el autor rellena tiempos muertos constantemente con el, por otra parte ya clásico en sus líneas, “... y se preparó un café y unos sándwiches”.
La fuerza del libro no radica para nada en la construcción del texto. Éste es muy conciso, preciso y secuencial. Con un orden muy estricto y una línea temporal muy marcada. Aunque hay que decir que a una escritura de estas características le sienta como anillo al dedo.
La fuerza del libro radica en una sola cosa: Lisbeth Salander. Es un personaje transgresor, de una fuerza increíble. De todos los que me he podido encontrar en mi recorrido como lector, el más brutal. Sublime. Es tan grande y tiene tanta personalidad que el autor ha debido crear un nexo, (Kalle Blomkvist) que la mayoría de las veces hace de ancla de Lisbeth con el mundo real y nada más...
El contexto también juega un papel muy importante. El retrato de la sociedad sueca es, en todo el conjunto de la obra, mezquino e hipócrita. Los hechos que se describen en el contexto del libro no son nada amables. Toda una reivindicación y critica social al “status quo” nórdico.
Un libro que se debe leer. Que pena que Larsson nos haya dejado tan poco antes de irse (tres libros que. considerando la calidad de su primera obra, se hacen del todo escasos). Aunque visto lo visto, un poco de Larsson es mucho. Desde hoy uno de mis favoritos. Todo un legado...
Conclusión: Obra Maestra. 4.0/5.0
Estoy de acuerdo con el análisis... es de las pocas obras contemporáneas que de verdad se ve que está escrita sin basarse en ningún estándar de estos que hay ahora que parecer que es lo único que quieren las editoriales... Por ponerle un pero se puede decir que gracias a Larsson a partir de ahora se van a publicar mil obras de novela negra sueca, como si este fuera un género en sí mismo... nada que ver, por supuesto.
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